top of page
  • WhatsApp
  • Instagram
  • X
  • Facebook

La grasa que tu cuerpo reconoce como alimento: energía real y claridad mental

Mi historia con las grasas


Durante mucho tiempo crecimos escuchando que la grasa era el enemigo: que engordaba, que tapaba las arterias, que debíamos evitarla a toda costa. Yo misma, en algún momento, dudé de su lugar en mi vida y mi alimentación.


Pero algo no me cuadraba: ¿cómo podía ser que nuestros abuelos y bisabuelos, que cocinaban con manteca, tenían una mejor salud, calidad de vida, casi nula obesidad, mientras que hoy, rodeados de productos “light”, estamos cada vez más enfermos y adictos a cosas que no son comida?


Cuando empecé a estudiar y a experimentar un estilo de vida ancestral, entendí algo clave: no todas las grasas son iguales.Y más aún: nuestro cuerpo reconoce la grasa ancestral como un alimento verdadero y necesario.


GRASA ANCESTRAL
GRASA ANCESTRAL

Los mitos de la grasa (y la verdad detrás)


El problema no es la grasa en sí, sino la confusión creada alrededor de ella.


🚫 Mito 1: La grasa engorda. La realidad: El exceso de azúcares y ultraprocesados, no la grasa natural, es lo que genera enfermedad. Las grasas saludables aportan saciedad y como valor agregado evitan picos de hambre.

🚫 Mito 2: La grasa daña el corazón. La realidad: Lo que daña el corazón son los aceites refinados, hidrogenados y altamente procesados. Las grasas ancestrales (como la manteca de res, cerdo) apoyan la salud cardiovascular y la absorción de vitaminas liposolubles (A, D, E y K).

🚫 Mito 3: Mejor todo “light” o sin grasa. La realidad: Los productos “light” suelen estar cargados de azúcares, aditivos y químicos para compensar la ausencia de grasa. Es un engaño disfrazado de saludable.


Los beneficios de la grasa ancestral


Cuando hablamos de grasa ancestral, nos referimos a esas que han acompañado a la humanidad por siglos: grasa de res, manteca, sebo, ghee, entre otras.


Lo que he experimentado y he visto en quienes las incorporan es transformador:


  • Energía: a diferencia de los carbohidratos refinados, la grasa provee combustible duradero sin picos ni bajones.

  • Claridad mental: el cerebro está compuesto en gran parte de grasa. Darle la adecuada se traduce en concentración y enfoque.

  • Sabor y saciedad: cocinar con grasa ancestral no solo enriquece el sabor, sino que ayuda a sentirte satisfecho por más tiempo.

  • Absorción de nutrientes: muchas vitaminas esenciales necesitan grasa para ser asimiladas.

  • Coherencia con el cuerpo: al ser un alimento real y natural, el cuerpo lo metaboliza de forma eficiente, sin confusión.

Cómo incorporar la grasa sin miedo ni complicación


Sé que dar el paso de volver a la grasa ancestral puede generar dudas, sobre todo después de tantos años de escuchar lo contrario. Pero hacerlo es más fácil de lo que crees:


  1. Cocina simple: úsala para saltear proteína, hacer huevos o para saltear algún tippo de vegetal, si lo consumes.

  2. Un toque diario: añade una cucharadita a tu caldo de huesos para potenciar su valor energético.

  3. Sustituye con propósito: cambia aceites refinados por grasas ancestrales.

  4. Confía en la constancia: no es un cambio drástico de un día, es un ajuste gradual hacia lo que tu cuerpo reconoce como alimento.


Lo que noté al cambiar mi relación con la grasa


Siendo muy honesta, el primer cambio que noté cuando dejé el consumo de grasas o aceites de mala calidad, fue mi piel. Claro que sabía que habían otros cambios más profundos e imperceptibles, pero ese fue el primero que evidencié. En segundo lugar, empecé a notar que quedaba muy satisfecha en cada comida y no tenía necesidad de estar "picando" constantemente. Esta sensación, avanzó al punto de permitirme saltar el almuerzo o la última comida del día, con completa tranquilidad y esto, se convirtió en mi realidad, ya que hasta este momento, hago dos comidas al día.


Dejé de tenerle miedo a la grasa y empecé a verla como lo que realmente es: una aliada ancestral, diseñada para nutrirme desde la raíz.


Un estilo de vida, no una moda


Hoy entiendo que lo que sana no son los extremos ni las tendencias de turno, sino volver a lo simple: al alimento real, al contacto con la naturaleza y a las prácticas que siempre han acompañado a la humanidad.


La grasa ancestral no es una tendencia, sino un regalo de la naturaleza que nunca debió perder su lugar.


¿Y si lo que tanto hemos evitado es, en realidad, lo que nuestro cuerpo más agradece?


Con cariño,


Diana

Costumbres Ancestrales


*La mejor grasa para cocinar (y para todo) sí existe. Conócela aquí


 
 
 

Comentarios


bottom of page